septiembre 29, 2012

Memoria del Sol

Como si la inmensidad pudiera contenerse entre cuatro rectas no infinitas y, aún así, la profundidad pudiera ser eterna, su mirada lo explica todo porque en ella está el mar y su marea, y en ella su mirada y en ella su persona. No podemos verla y eso es lo que nos trae tanto misterio y nos atrae porque sabemos lo que ve pero no sabemos que dicen sus ojos. Su piel, en cambio, nos habla del Sol... el Sol que es ella misma porque ella es el Sol.
Sus pies en las piedras se aferran al mundo, el color de sus ojos será por siempre un enigma pero si reflejan las aguas son del color del cielo que antes se reflejaron en las olas...
Un poco de bruma nos da la idea de confusión pero su dorada belleza -la de su cuerpo, la de sus cabellos, la de sus ojos si miran la luz- nos cuenta que está llena de paz, que ese es su lugar y que no existe tanto misterio, sino la dócil y liviana tranquilidad de saber que enfrente está el mar, por siempre... sino es en sus ojos, será en su memoria... la memoria del Sol.

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