octubre 28, 2013

Nono

La mano que empujaba la colilla por la rejilla y nos dejaba inmersos en una nube de olor a cigarrillos negros. Está todo hecho de olores, el de la cuerina del asiento delantero donde entrábamos tres o entrábamos cuatro, en ese auto donde siempre hacía calor y había olor a bizcochos y el volante ardiendo, quemando nuestras manos. 
El diario doblado y los anteojos encima, la camiseta eterna y las palabras que apenas se entienden al salir de tu boca. No entendíamos y preguntábamos de nuevo. No entendíamos porque no sabiamos tu historia de superación, tu fuerza infinita y no conocíamos lo que realmente pensabas, hasta que alguno de nosotros te sacaba una sonrisa en tu gesto inexpugnable, inquebrantable. No entendíamos tampoco, pero nos olvidábamos de entender.

El recuerdo imborrable de tu figura en la puerta de la escuela tan distinta para mí que para los demás, el saludo cómplice y las caras de incomprensión en los demás... los útiles y los regalos, el pan y el vino blanco de cajita. 
La única pregunta que lo abarca todo de ida y de vuelta: ¿Cómo estás?.

La descendencia interminable, la insuperable lealtad y el cariño eterno como aquellas mañanas de hace años cuando yo gritaba goles y vos los aplaudías. 
Y las tardes y noches de sanatorios cuando recordabas goles que yo nunca hice pero tampoco nunca negué haber hecho...

octubre 20, 2013

Vano

Difícil distinguir qué mes estaba transitándose, porque ya alguna vez se han parecido los Abriles y los Octubre, los Agosto y los Enero, por la incertidumbre y por ejemplo.
El dolor de cabeza que taladra en las sienes y los ojos que avisan que podrían llorar, ante la impotencia en todas las palabras que quisierann compartir, sin renegar, la felicidad, estos momentos, la esperanza y los sueños que cuando son resultan demasiado y cuando no son resultan poco y que quieren dejar de sentir que todo es en vano, y que no tiene sentido dejar que los sueños mueran a mano de los miedos. Que toda la felicidad no se pueda compartir y que las sonrisas se acaben. Que se mueran por el ánimo de morir, por no poder sonreír.

octubre 01, 2013

Un camino

Si cuando cruzamos esa puerta el calor es todo el calor y las miradas cabizbajas y las manos por delante con brazos cruzados o los dedos entrelazados es la constante de todas las personas reunidas alrededor de un hueco al que apuntan todos los pies, tus ojos sin lentes brillan por el agua y es como la sorpresa de la espera del que espera que quien cruza esa puerta sea alguien querido, para poder sentir esa compañía, esa palma en la espalda, esa voz cariñosa y genuina.

Si ante todas estas presencias tu cara sigue dibujandose sonrisas sobre si misma, es porque esa necesidad de proteger habita irrenunciablemente y estará ahí por siempre. Y tal vez a veces entendemos estas noches, estos dias, esas tardes como el final de algo y sin embargo es el principio.

Porque este camino que han caminado los dos y en donde el que al principio esperaba al otro en su paso lento, ahora al final intercambió ese rol con el otro... es este camino donde se ha dado todo lo que habia para dar y en donde al soltarse la mano, ambos se han dado permiso para descansar y para continuar el camino. Un camino que se construye con las palabras del que estuvo antes para ofrecérselas al que viene luego, que también tiene algo del primero porque es una cadena con todos los eslabones, los de la vida, los de la muerte, que es la vida que continua en algún lugar... en algún lugar del corazón de los que se quedan de este lado y dicen "hasta pronto".