Veíamos la vida como dos opuestos, eramos blanco y el otro negro, y a veces el uno era negro y el otro era blanco. Fugazmente nos uníamos para hacer un gris más blanco o un gris más negro...
En la espera de un final feliz, sólo había que rascar un poco la pintura y que en un borbotón incontenible alguien trajera el arco iris, en una paleta de colores.
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no le pidas peras al olmo no le pidas peras al olmo